Hace un tiempo que me preocupa algo. En realidad me inquieta mucho por no exagerar. Hay momentos que no me gusta estar en un estado “normal”, esto es como un estado neutral; el estado de un hombre feliz que tiene familia, amigos, que estudia o trabaja, que vive de una forma cotidiana y que de todas formas, de ningún modo pienso que esté del todo mal.
Pero siento que falta un complemento a este tipo de vida.
Y es que a veces prefiero evitar esa sensación del modo de vida normal. Sí, de verdad prefiero evitarlo, aunque siempre tendremos que vivir con ello. Siento que me pierdo, que me vuelco en un estado banal, preocupado más en el fondo por mí que por el resto, y que poco a poco me empiezo a olvidar de “Él”.
La verdad es que no quiero ese estado, definitivamente no. Quiero vivir con Él, quiero estar con Él y quiero servir solo por Él. No pretendo llevar la vida común y tradicional de un cristiano encerrado en las cuatro paredes de un templo porque a veces a Él lo encerramos y lo que realmente debemos hacer es mostrarlo más allá de cualquier muralla o cualquier frontera que pueda existir.
Creo que por lo menos los Cristianos que ya tenemos los suficientes años encima y que ya no somos niños en la Fé, no debemos seguir en ese estado normal. En muchas ocasiones nos sentamos en una banca de brazos cruzados esperando que alguien venga, nos reavive el fuego y nuestra relación con Dios, siendo que el camino a la santificación, son nuestras vivencias, nuestras victorias, nuestros fracasos, nuestras virtudes y defectos. En definitiva, es nuestra historia con Dios.
Y es que también pensamos; “pero es que no lo veo, no lo siento, pero es que tengo mil pecados”, pero nos olvidamos que esa carga ya no es nuestra, sino, la carga de Cristo, la carga que Él soportó en la cruz. “Solo ven y sígueme” fue lo que Él dijo; actúa por Él, vive por Él y apasiónate por Él. Servir, amar al prójimo y por sobretodo amar a Dios, es lo que nos enseñó el Maestro. Él es camino, Él es vida, Él es verdad y acordémonos que no es por vista sino que es por Fé.
Siempre le pido a Dios que este sentimiento perdure en el tiempo, que llegue mi vejez y no me haya olvidado de Él. Que mi complemento de vida sea Él, y definitivamente así no estar en el modo “normal”. Por ahora he probado y quiero más. :)